Sebastian Darke, Príncipe de los exploradores
Philip Caveney
Alfaguara juvenil
Sebastian, Cornelius y Max el bufalope están en las
selvas de Mendip. Están allí para encontrar pruebas de la existencia de una
ciudad perdida en la selva. Un día, los atacan unas criaturas horribles, los
gograth, que casi matan a Sebastian. Pero son salvados por la tribu de los
jilith. Los gograth son enemigos de los jilith y Sebastian tiene que ayudarlos
a librarse de ellos, porque los jilith creen que Sebastian es el elegido. Al
final, junto con Cornelius, consiguen eliminar a los Gograth. Después de eso
siguen con su misión de encontrar la ciudad perdida. Pero ahora saben a dónde
van porque un anciano de la tribu una vez estuvo allí. Los tres juntos, la
sobrina del anciano, la hija del jefe y dos guerreros parten a la aventura.
Cuando llegan, descubren que la ciudad está maldita. En ella habitan unas
criaturas llamadas corredores de la noche que son cadáveres vivientes. Atrapan
a uno de los guerreros y los demás encuentran un edificio lleno de niños
pequeños que viven allí. En el santuario, como se llama el edificio, conocen a
Aaron, un anciano que les explica la historia de la ciudad y les pide que se
lleven a los niños en un arca que habían construido porque a él ya le había
llegado su hora. Aceptan hacer esto a cambio de una parte del gran tesoro que
hay en la ciudad. Los corredores de la noche solo pueden pasearse por la ciudad
cuando es de noche y tienen la mala suerte de que el día que se van a ir hay un
eclipse. Pero consiguen escapar todos, menos uno de los guerreros, que es
atrapado. Al final consiguen llegar a la ciudad de Veltan, donde encuentran una
vivienda para todos los niños. Sebastian y Max se quedan con ellos, pero echan
de menos la aventura. Un día Cornelius recibe una carta de sus padres en la que
le piden que vaya a yudarlos rápidamente. Cuando va a despedirse de sus dos
amigos, estos le dicen que le van a acompañar.
Es un libro genial, con aventuras, romance y drama. Es el
tercero de una serie de libros, todos tan buenos como este.
María Martínez Alcaraz, 2º B
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